EL DOCTOR MEDARDO ÁVILA VÁZQUEZ, DESPEDIDO POR OCUPARSE DE SUS PACIENTES

24/06/20 20

Etel Capdevila

Hace menos de un mes fue despedido por pagar de su bolsillo una medicación. La  excusa fue que “esta no es una clínica de caridad”. El doctor Ávila Vázquez es, además, docente universitario e integrante de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, y explica la indefensión a la que estas poblaciones se ven sometidas.

Después de dieciocho años de desempeñarse como jefe del Servicio de Neonatología y Pediatría de la Clínica Privada Caraffa, en la ciudad de Córdoba, la historia tuvo un final abrupto cuando uno de sus pacientes, un niño de dos años con leucemia, necesitó un medicamento que no se encontraba en la institución:

“La clínica era propiedad de un grupo de médicos, que se han ido jubilando y ya no sedesempeñaban en el lugar, y hasta entonces trabajábamos con una clave biosanitaria de atención y cuidados como cualquier hospital. Ellos administraban para hacer su negocio y que esto se mantenga como un lugar de trabajo. Pero ahora quedó en manos de un abogado y una contadora, con criterios de management bien neoliberales y ya veníamos con problemas desde hace un tiempo y todo se agudizó tratando a un nenito que recibimos de Villa de María de Río Seco, ya en muy mal estado, que terminó siendo una leucemia. Tenía una situación inmunitaria realmente trágica, no sólo por su condición de niño fumigado e hijo de una madre fumigada. Sabemos que una madre expuesta a agrotóxicos tiene más de dos veces el riesgo normal de que el hijo desarrolle una leucemia durante la infancia. Proviene de una familia con el padre fallecido, lo cría el abuelo que es hachero y trabaja en la línea de los desmontes del agronegocio. Vinieron con lo puesto, sin dinero, la madre internada en Dean Funes, una situación desgarradora. Nosotros, las enfermeras, las bioquímicas, las mucamas, tratamos de protegerlo con el mayor cariño posible, le compramos ropas, juguetes, alimentos y ropas para el abuelo, y en un momento teníamos que usar un medicamento que no estaba disponible, solamente estaba endovenoso, en ampollas, y queríamos usarlo en gotas para no lastimarlo más, con todas las lastimaduras que ya le habíamos generado para hacer el diagnóstico. Así que decidimos comprar el medicamento que no es muy caro en la farmacia de la esquina y el lunes nos reprendieron duramente por esto y ahí se manifestaron las dos visiones contrapuestas. El cuidado de la salud y el negocio del control de la empresa por parte de esta gente que terminó con mi despido. Lamentable”.

“El  medicamento costaba 470 pesos y los administradores me dijeron que no era una clínica de caridad. Yo les dije ¨pero mirá, la situación es esta¨ y ellos me salieron con eso. Claro que no es una clínica de caridad, es una clínica de salud, porque nosotros no hacemos todo eso para ganarnos el cielo, lo hacemos porque el trabajo de salud es cuidar a personas dolientes, tratar de ayudarlas o de acompañarlas aunque sea. Y eso es lo que hacen los equipos de salud en todos lados. En los hospitales, en las clínicas, en los centros de salud, tratamos de contener y de ayudar a la gente. Y los que ven esto como un negocio lo ven desde otro punto de vista y ahí hay un choque y esta gente no va a aprender, no va a cambiar, así que me despidieron a mí, pero la gente del equipo ya se está yendo para otros lados. La situación de la convivencia, del trabajo ya era muy complicada”.

“Era un lugar en el que el cuarenta o cincuenta por ciento de nuestros pacientes venía de pueblitos fumigados. La gente del interior, las obras sociales mismas sabían que nosotros estábamos con las puertas abiertas para esos niños”.

La trascendencia que ha tenido todo esto también se debe a que estamos en este momento tan particular en la Argentina y en el mundo, donde se ha expresado, ya es visible la contradicción que existe entre nuestra sociedad organizada alrededor del capital exclusivamente, alrededor de la renta del capital y la reproducción del capital, y otros valores más importantes. La pandemia del Covid ha mostrado que por la protección de la salud y la vida de la gente muchas veces hay que parar la renta del capital y eso es lo que está dando resultados porque en Argentina se ha hecho una cuarentena prolongada. Pero hay presión de los grupos de capital en el país tratando de levantar la cuarentena justo ahora cuando empieza el frío y cuando sabemos que va a haber una replicación del virus muy intensa. Entonces existe esta discusión, esta contradicción entre la salud como se debe y los negocios. Y a mí me pasó en lo individual con este niñito ese conflicto, y desgraciadamente terminó mal, porque a pesar de la solidaridad y los pedidos de restitución la empresa siguió adelante y me despidieron. No solamente eso sino que ya consiguieron un par de médicas para que se hagan cargo, sabiendo que me habían despedido en condiciones horribles. Hay un poco de canibalismo médico a veces”.

Como referente de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, el doctor Ávila Vázquez investiga y conoce a fondo la situación de estas poblaciones:

Los estudios hechos por el CONICET muestran que la exposición al glifosato produce ruptura en la cadena de ADN, causa lesiones en los núcleos de las células de las personas, y si esto no es reparado va a terminar generando un nido de células cancerígenas. Y en caso de que haya una fecundación de un nuevo niño, esas mismas células con los genes afectados pueden provocar malformaciones o abortos espontáneos. Esos estudios revelaban cómo la mayoría de la gente que vive en zonas expuestas a los agrotóxicos, o el glifosato en particular tiene esas mismas lesiones en las células de la sangre sin que estén enfermos, porque la mayoría tiene la capacidad para defenderse de la agresión y de eliminar esas células modificadas, pero algunos no lo hacen y son los que se terminan enfermando. Se demostró que cuando pasa la época de la fumigación, las personas que participaban de estos ensayos, de estos estudios de micronúcleos (que permiten evaluar la capacidad de un compuesto para inducir alteraciones cromosómicas), en el invierno esa gente volvía a estar normal, como los grupos de control que no estaban expuestos a agrotóxicos. Pero al volver la época de fumigaciones, en septiembre, octubre, empezaban de nuevo a aumentar los índices de daño genético. O sea que es difícil predecir quién se va a enfermar porque depende de la capacidad de cada cuerpo de defenderse de la agresión. Vos viste que hay gente que fuma toda la vida y no le pasa nada y otros que fuman y a los diez años tienen cáncer de pulmón. Ahí tenés factores psicológicos, económicos, enfermedades previas, es decir, hay muchos elementos pero la causa principal o básica es la exposición a esa sustancia”.

Nosotros vemos en las poblaciones fumigadas que en vez de tener el dos por ciento de niños que nacen con malformaciones que es la tasa natural que tenemos los mamíferos que puede ser Síndrome de Down, malformación de miembros, neurológica o del corazón, en los pueblos fumigados tienen el seis por ciento. El triple. Y las terapias de neonatología se nos llenan de niños con malformaciones en una cantidad que nunca habíamos visto antes y nos encontramos con que las familias vienen de estas zonas. Después hay otros estudios, pero estos son experimentos con animales, en los que hay un daño epigenético, o sea que hay deterioros que se van a transmitir a terceras generaciones. Inclusive hay estudios sobre alimentos transgénicos en ratas que se han ido alimentando con maíz transgénico, comparado con ratas que se han alimentado con maíz normal, y hay una tercera generación que empieza a tener problemas porque la tasa de esterilidad es excesivamente alta en los primeros”.

“Los niños habitualmente nacen con todas sus neuronas generadas, pero la interconexión de esas neuronas entre sí se va formando principalmente en los dos primeros años y depende mucho de los estímulos afectivos e intelectuales, del buen clima familiar, para que esa interconexión de las neuronas sea intensa y ese cerebro funcione porque no sólo se necesitan muchas neuronas sino que estén interconectadas. Y los estudios muestran cómo las neuronas cultivadas incluso con bajísimas dosis de glifosato no tienen o tienen poquísimas ramificaciones. Son como un árbol en un desierto. Eso en los experimentos de laboratorio. Y en la práctica clínica el año pasado también se han publicado estudios que muestran como la tasa de niños que tienen trastornos de tipo autismo, o problemas de desarrollo o de aprendizaje es cuatro veces mayor cuando las madres han estado expuestas a agrotóxicos en relación a las que viven en ambientes saludables. Es impresionante el daño que hay sobre el desarrollo mental, la inteligencia y las capacidades en esos niños expuestos a agrotóxicos”. 

Doctor Medardo Avila Vazquez Parte 1
Doctor Medardo Avila Vazquez parte 2

Marcelo René Walter

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *