16/06/2020
Etel Capdevila
La soberanía alimentaria es (o debería ser) una forma de vida. Si lo que nos alimenta es natural, sin agrotóxicos, sin semillas transgénicas el cuerpo lo sabe.
Florencia Alloni, secretaria de ambiente de la corriente Martín Fierro Córdoba también lo sabe: “nosotros acá en Calamuchita todavía no elaboramos el alimento que queremos consumir. Y en un contexto como en el que nos encontramos ahora, ante una emergencia de abastecimiento no tenemos alimentos propios. Es algo que venimos diciendo, manifestando, especialmente en el espacio de El Semillero, donde se generan los intercambios de semillas dos veces al año. Nos preparamos para esto: pensar un valle productivo, cuáles son los productos que queremos consumir, quiénes los van a elaborar”.
Acerca de las semillas, su posición también es clara: “una semilla modificada genéticamente no es un alimento saludable y hay cada vez más casos de celiaquía, por ejemplo”.
Los proyectos Casa Común y Mercado de la Tierra “nacieron a la par y están gateando juntos. Uno (Casa Común) tiene que ver no sólo con un espacio para la producción de alimentos, sino con un lugar donde podamos plasmar un esquema de agroecología y hasta trabajar con los residuos urbanos orgánicos, con lombrices y desde ahí pasar por las semillas, que continúe por las chacras, los frutales, con animales también, con renovar el bosque nativo, y todo con una concepción holística. Es una propuesta a largo plazo muy grande que integra todas las formas de producción que venimos conociendo en armonía con la Tierra, con el ambiente y con los seres que la habitamos”.
Casa Común es un espacio de veinte hectáreas sobre ruta 5 donde funcionaba la colonia San José de los salesianos que fue alquilada por cinco años por la Martín Fierro, la organización Semilla del Sur, la Unión vecinal de Villa Ciudad Parque y Marchanta, con el apoyo de la comuna de Villa Ciudad Parque, el INTA, la secretaría de Agricultura Familiar y las empresas Tantal de Santa Rosa de Calamuchita, Molvento de Villa Ciudad Parque y La Panificadora de La Villa de Villa General Belgrano.
“Casa común –precisa Florencia- era un hostel muy antiguo de turismo social con cinco habitaciones muy grandes con una capacidad total de cincuenta personas y nuestra intención es que sea un albergue donde puedan venir a vacacionar los trabajadores de la economía popular, jóvenes de los distintos merenderos de la zona y esperamos también distintos contingentes porque van a haber varios proyectos para ellos. El lugar cuenta con una pileta de natación, cancha de fútbol y un sum donde va a funcionar un espacio cultural bien equipado”.
Respecto al Mercado de la Tierra, Florencia detalla: “es una comercializadora que por ahora tiene tres locales. Uno en Villa Ciudad Parque, en El Semillero, que se está refaccionando; otro en Amboy que ya está abierto los viernes y sábados de 10 a 13 horas y otro en Villa del Dique que abre sábados y domingos de 12 a 20 horas. Son tres locales para la venta de los productos de la economía popular en Calamuchita, haciendo especial hincapié en los productos agroecológicos”.
¿Y cómo nació el Mercado de la Tierra? A partir de la experiencia práctica: “venimos trabajando con el sector de la economía popular desde hace muchos años, de generar ferias para que los productores puedan comercializar, de las compras comunitarias y de entender que si bien está genial organizar el consumo es muy importante trabajar para organizar y fortalecer la producción. Obviamente no es una cosa o la otra, sino que son todas herramientas para superar esa inconstancia que a veces puede dar la feria como espacio de comercialización y también como necesidad de superar la instancia de las compras comunitarias como un hecho aislado”.
“Con el subsidio que recibimos para este proyecto pudimos comprar una Peugeot Partner, y con esa chata vamos a repartir por los tres nodos y vamos hasta las sierras a visitar a los productores y traer sus productos. Son necesidades que fuimos viendo y que por suerte, con un gobierno que tira a favor de estos proyectos hemos podido concretar”.
La generación de ideas no descansa, sino que se reinventa constantemente: “estamos trabajando en una página web que va a ser del estilo de Mercado Libre donde la gente dentro de poco va a poder armar un pedido y también estamos trabajando para que se pueda utilizar la tarjeta Alimentar en los mercaditos”.
A pesar de este contexto de pandemia y como Florencia lo señala “con voluntad de hierro”, las ruedas de estos proyectos empiezan a moverse: “arrancamos en medio de la cuarentena, de una forma muy especial, sólo atendiendo a la gente de Amboy y Villa Amancay, obviamente que estos locales se van a nutrir con el turismo, pero por ahora va demasiado bien. Los productores vienen, se encuentran, hacemos trueques, se hace la repartija de frutas y verduras, es un lugar de encuentro, de consumo, de intercambio y que está naciendo: muy bello y con muy buena energía y va a andar muy bien”.
Soberanía alimentaria. De eso se trata.