Pasa el tiempo y baja la espuma, pero el calor de una buena masa leudada, queda. En estos días donde estamos presenciando por televisión -acaso la única manera de presenciar en estado de pandemia- los Juegos Olímpicos que se desarrollan en Tokio, vemos que toda disciplina tiene su récord a vencer. El sábado 24 de julio en Villa Ciudad Parque vivimos un evento de esos inolvidables que, quizás, sea tan sólo el comienzo de una aventura que pueda repetirse y mejorarse año a año: un grupo de vecinas y vecinos movidos por la pulsión de hacer algo tan rico como inédito amasaron y cocinaron la pizza a la parrilla más larga jamás vista (al menos por estos alrededores): 13,90 mts., digamos 14. Aquí, la historia de este récord.
Hace dos años, cuando la pandemia era sólo una palabra desconocida, algunas familias festejaban un cumpleaños en Sierra Morena. Era principios de julio, una jornada memorable debido a un potente eclipse de sol que hizo de noche el día durante algunos minutos en plena tarde, confundiendo a los seres vivos y también al alumbrado público. Pero, además del fenómeno astronómico, hubo ese día otra particularidad: el menú que se eligió para el festejo fue una pizza ”extra large” de tres metros a la parrilla. Pasada la fiesta y el eclipse, una idea quedó flotando en ese aire de invierno enrarecido: hacer una pizza a la parrilla aún más larga, ir por el récord, las grandes ligas, una pizza olímpica.
Nicolás Masllorens –quien cumplía años esa tarde- empezó a materializar el evento junto con su vecino, amigo y compañero de aventuras culinarias el chef Martín González Dondo, en cuyo jardín se había realizado la pizza iniciática. Pensaron en hacer una de diez metros en julio de 2020, pero el Covid-19 obligó a postergarlo todo. Ante la apertura turística de estas vacaciones de invierno 2021 la idea resurgió: Martín y Nicolás acudieron a la Comuna de Villa Ciudad Parque para consultar la posibilidad de hacerla en la Plaza del pueblo, llevando el acontecimiento a un espectáculo participativo, en el cual algunos vecinos se dediquen a cocinar y otros a degustar. La idea prendió y el proyecto comenzó a crecer o, mejor dicho, a leudar.
Por supuesto que había que hacerlo con responsabilidad. Bromatología, Defensa Civil y el Juzgado de Faltas exigieron la adecuada manipulación de alimentos, que todo estuviera en regla con la presencia de firmes protocolos Covid, tener los cuidados necesarios al hacer el fuego y la importancia de que las parrillas no estén apoyadas directamente sobre el suelo, algo que generó un desafío extra para los organizadores: elevar los hierros y las brasas con una plataforma especial. Por su parte, Raúl Shalom desde el Área de Cultura se sumó como un ingrediente más de la receta, poniéndose a disposición, facilitando la harina y el queso –alma mater de cualquier pizza- y varios accesorios más, necesarios todos para llevar a cabo tan extensa idea.
El lugar y fecha dispuestos fueron el sábado 24 de julio, en la llamada Plaza Joven (o “Primera rotonda”) en el marco de la feria de la Economía Social y Popular. Ahora bien, la pizza más larga del condado no iba a amasarse sola. Martín y Nicolás convocaron a algunos vecinos y vecinas a que se sumaran al plan, haciéndose cargo de dos metros de pizza para armar seis equipos, cada uno con un sabor propio y especial a elección. Entre todos juntaron las chapas y las parrillas y cada grupo llevó sus ingredientes (además de delantales, condimentos y utensilios varios); algunos hicieron truque con comercios locales, otros pidieron a sus amigos, otros trajeron de sus huertas. Finalmente fueron siete grupos los que propusieron los más variados sabores: con hongos de pino, a la diabla (picante), de verduras orgánicas grilladas, cebolla caramelizada, con roquefort, napolitana, rúcula y bondiola, integral de verduras, otra con salchicha y huevo, “la cochina”, que llevaba huevo frito y papas fritas y la sorpresa de la tarde: la pizza dulce con un preparado de chocolate (con dulce de leche y crema) y frutas y confites. Literalmente para todos los gustos.
El sábado tempranito empezaron a llegar los maestros y maestras pizzeras. La masa reposaba mientras se armaba la estructura que elevaba las parrillas. Una vez estirada, la técnica utilizada para transportar la masa fue enrollarla en un palo y luego el palo con la masa se desplegaba sobre las parrillas. Así se realizó la cocción de a tramos con un horno móvil–especialmente diseñado para la ocasión- formado por un carro con una chapa y brasas encima, para dar calor desde arriba. Con la masa en su punto justo, los cocineros se ubicaron junto a la línea de parrillas de casi catorce metros, para poner a la vez el queso y los ingredientes de cada equipo. Catorce personas en catorce metros armando una pizza para todos y todas por las puras ganas de hacerlo y de compartir. De tener una idea y hacerla realidad, una tarde soleada junto a vecinos en plaza del pueblo.
Y así como si no hay nadie en el bosque para escucharlo parece que el árbol no ha caído, una hazaña semejante no está completa si no hace ruido. Los medios de comunicación replicaron y este juego entre vecinos llegó lejos de la mano de los portales, las radios y los canales de televisión, que hicieron foco en Villa Ciudad Parque. Hasta alguna cadena de noticias internacional se tomó el tiempo para contar esta aventura que no tendrá como protagonistas a los más destacados atletas del mundo, pero que, como la preciada medalla dorada, es un sueño cumplido.
Lucia Fernández Hadid
La primera foto del articulo Daniela Mancilla Provoste
El resto de las fotografías( incluida la de la tapa) pertenecen al artículo
«Una Pizza que se parece a su pueblo»
de la Mesa de Prensa de la Comuna Villa Ciudad Parque
excelente nota! y muy buena idea