Las palabras «humildad» y «humus» comparten la misma raíz y esa fusión pocas veces se aúna de un modo tan inmejorable como en el oficio de los ceramistas.
Adrián Darío Gonzales Blanc es quien trajo la idea. Residente en Villa María, esa humildad es lo primero que se le nota al estrechar la mano y brindar con generosidad el espacio de trabajo que ocupa de manera transitoria en Los Reartes . Su vida está inmersa en la arcilla: formado en la escuela de Bellas Artes Villa María, es coordinador de talleres en distintos lugares de la provincia como el que realizó en el hermoso espacio autogestivo «El hormiguero casa cultural» de Rio Cuarto.
Adrián Darío Gonzales Blanc también es el proyecto «Mukuntur», mucho más que una cuenta de Instagram. «Kuntur», cóndor en lengua aymará, despliega sus alas sobre Villa Ciudad Parque con dos objetivos claros: el de hermanar manos en la confección de ollas de cerámica y el de realizar reconocimientos de arcilla en el territorio.
El taller, destinado a la hechura de ollas cerámicas, se desarrolló en una jornada descripta con precisión por Adrián en el audio que se adjunta en la nota.
Las piezas que van al horno se realizaron con arcilla del río Los Reartes (marroncita y negra) más arcilla roja y otros componentes minerales. Luego de cinco horas de intensa e «instrospectiva» actividad en donde el fuego renueva su alquimia elemental se sacaron (las piezas) al día siguiente, aún «calentitas», para curarlas posteriormente con cera de abeja para su acabado.
«Fuimos a la islita a recogerla, encontramos dos vetas, una hermosa con tintes naranjas y otra más oscura», actividad que también alcanza el objetivo de reconocer las arcillas del territorio para futuras actividades.
Mukuntur tiene como noble objetivo saldar una deuda con los pueblos originarios. El rescate de las culturas de Abya Yala (*1), vapuleadas durante cinco siglos por campañas militares y desprestigios de sus saberes ancestrales, tanto en la época del Virreinato como en el desarrollo de nuestro Estado-Nación.
El taller propone tanto el aprendizaje de lo precolombino como el de recrear las condiciones de su producción no utilizando esmaltes ni herramientas como el torno.
Otra actividad importantísima para estos tiempos de contaminación es la que realiza Adrián con los filtros CondorHuasi.
«La Fundación CondorHuasi» existe desde 1985, tal como lo explicita su página. El nombre en quichua significa “Casa del Cóndor”, y proviene de la cultura Condorhuasi, datada su existencia, desde el año 200 a.C.,en el cerro Condorhuasi (Catamarca, Argentina).
Orgullosa y altiva como el ave que representa, aclara que nunca han recibido subsidios ni donativos de ninguna especie y, a pesar de que sus libros han estado prohibidos en nuestro país, incluso con demandas penales a directivos de la Fundación, han logrado difundir su saber por todo el mundo a través de lo que han denominado la «Cerámica Holística».
Es, también, en la raíz etimológica de esta palabra («holística»), donde encontramos una de las claves para definir el oficio de Adrián; como una manera de entender la realidad de manera completa, hermanados en ese barro que se quema «a mil grados y más», según describe el ceramista, señalando el pequeño horno cuya foto acompaña esta crónica.
En él se dispondrán las piezas que los demás integrantes del taller han preparado con esmero. «En la última jornada tuvimos trece horas de labor», anuncia con un cansancio plácido que le dejó modelada la sonrisa en su rostro.
Los filtros Condorhuasi se utilizan solo para consumo: su ritmo, sin prisas, como el fluir del agua, asegura la cantidad de un litro por hora y limpia el líquido vital de distintas impurezas como metales pesados, arsénico y sobre todo del cloro: «en donde vivo el agua tiene mucho sabor a cloro y estamos rodeados de campos con agroquímicos», asegura el ceramista.
Implementar la cosecha de arcilla con reconocimiento y sabiduría. Del barro venimos y hacia allá vamos.
*1 El uso de este término significa «tierra de florecimiento» y se usó por primera vez en la II Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas, realizado en Quito en el 2004. Su uso se reconoce ideológico en contraposición a «América», término más ligado a la conquista española.