El futuro llegó hace rato, sólo hay que saber mirar y comprender y participar y comprometerse con la alimentación sana, con lo que nos provee la naturaleza sin agrotóxicos, limpia de toda mácula marcada por una “civilización” cada vez más incivilizada y con más “conservantes”, que no hacen otra cosa que complicar la salud de toda la población.
En Villa Ciudad Parque, el Polo Agroecológico brinda la posibilidad de que todo se haga realidad. El sábado 23 de Octubre, de este 2021 que marca la huella de su antecesor pandémico y con los barbijos aún como “vestimenta” de uso cotidiano, se vislumbra ese cambio de paradigma, y comienza la venta al público de verduras agroecológicas, y de plantines de las mismas y también ornamentales. Que no sólo de la alimentación vive el hombre (y también la mujer), sino que embellecer el pueblo siempre es una necesidad…

Se podría decir que a minutos de la promulgación de la llamada Ley de etiquetados frontales, los alimentos cuidados ecológicamente se convierten en un valor agregado de una importancia duradera. Pablo Riveros, jefe comunal de Villa Ciudad Parque se refirió a este tema: “Este sábado se hizo la presentación oficial del Polo Agroecológico, donde el Estado Comunal está produciendo alimentos a través de mano de obra genuina de vecinas y vecinos del lugar, hay once personas trabajando, produciendo hortalizas de manera agroecológica, por lo tanto produciendo alimentos sanos, en el predio de la Dirección de Ambiente de la comuna de Villa Ciudad Parque. Estamos muy contentos, ha sido una jornada donde ha venido gente de Alta Gracia, Santa Rosa de Calamuchita, Villa General Belgrano, de toda la zona, y obviamente de todo el pueblo a comprar alimentos que son cosechados en el momento. (…) Esto que está sucediendo en VCP también tiene que ver con lo que está sucediendo a nivel nacional y con los alimentos, los precios y la calidad de los alimentos. El predio de ambiente tiene una producción muy fuerte de acelga, de lechuga, de ajo puerro, de perejil, de cebollas, de zanahorias, y también de plantines de tomates, lechuga, cebolla de verdeo, en fin, una cantidad importante de plantines. Esto genera un insumo importante para dar el debate y la discusión sobre el precio de los alimentos. Este precio que tenemos en el Polo es más bajo porque hay intervención del Estado, que justamente lo que hace es producir una relación directa entre el productor y el consumidor, lo que hace que se abaraten los costos y esto no sólo genera un impacto positivo en el bolsillo del vecino y la vecina sino que además genere un impacto muy importante en el medio ambiente, aportando no solamente alimentos sanos, sino que además colabora en mitigar el cambio climático en lo que se llama la huella del carbono, esto de que no tenga que haber transportes para traer alimentos. Además el predio no solamente produce hortalizas sino que también tiene un vivero forestal de plantas nativas y un compost que está elaborado en base a los residuos orgánicos de las vecinas y los vecinos del lugar, por lo tanto también se colabora en la problemática de los residuos. También tiene una zona de lombricompuestos donde se crían lombrices californianas y también hay una zona de reproducción de plantas ornamentales para todo lo que es el paisajismo”.

Luciana Moreno Page, la Directora de Ambiente y Bienes Comunes de la comuna también se expresó al respecto: “Estamos muy felices de darle una vuelta productiva a un sistema alimentario donde se está produciendo alimento en un campo que antiguamente era fumigado. Para nosotros fue un desafío y una alegría corroborar que hay formas que transforman la realidad que estamos viviendo, donde el alimento no es una mercancía, sino que es fundamentalmente un derecho humano. Tenemos derecho a una alimentación sana, accesible, de acuerdo a lo que el lugar es apto para producir y que nos pueda alimentar dignamente a todos. Festejamos con inmensa alegría que estén vecinas y vecinos trabajando, que se estén produciendo alimentos para los niños y niñas del Paicor, que haya verduras agroecológicas a un precio accesible”.
“Es un equipo impresionante donde a través de una decisión política se articuló con el Ministerio de Desarrollo Social y se está dando trabajo a los vecinos y vecinas de la localidad para producir alimento sano, digno, soberano para todos y todas”.
“En un principio vamos a estar cada quince días, no solo con verduras sino plantines de hortalizas, de plantas ornamentales, lombricompuesto, compost, bioinsumos. Es un proyecto que busca transformar los restos orgánicos, de poda de la comunidad, que sean tierra fértil para el futuro”.
Por su parte, Anabella Szkuhra, una de las trabajadoras del Polo Agroecológico, desbordaba alegría en sus comentarios: “La jornada del sábado fue magia pura. Todo estaba dispuesto. Empezamos por la tierra, que tenía la humedad perfecta. Nosotros estábamos emocionados por lo que se intuía qué iba a ocurrir. A las 9 comenzaron a llegar los vecinos cercanos y de más allá. Muy sorprendidos por lo que veían. Fue algo de sorpresa para ellos, porque no se imaginaban que se iban a encontrar con eso. Ojalá todos sean conscientes de lo que significa este Polo Productivo para el pueblo. No es solo acceder a vegetales que se irán aumentando cuando estén listos para ver el sol, sino la variedad de plantines, plantas que se irán formando con el correr del tiempo. Muchos han notado en los carteles que desde el compost, el lumbricario, hasta las raíces que llenaron sus bolsas, todo salió de esta tierra con cuidados totalmente naturales. Eso es crear consciencia ecológica y creo que es parte de todo esto. Los propios beneficios para el pueblo todo, no solo por el costo sino por el acceso a ellos que van a tener. Saber que vamos a consumir lo que se sembró con tanta armonía y se cosechó al momento de adquirirlos, eso ya habla por sí solo de este logro”.
Para refrendar las primeras opiniones, Anabella destaca la energía del encuentro con el público y los pasos a seguir de aquí en adelante: “Desde días antes, cuando entregamos verduras a los peques del Paicor, ahí entramos en sintonía con la apertura al público. Se generó un arranque tan positivo con miras a futuro que estuvo muy bueno. La respuesta de los vecinos, fue la esperada. La energía que se vibró este sábado entraba por los poros. Es esa energía la que termina de renovar tierra para los próximos pasos. La huerta, como la llamamos en el equipo, más amorosamente. Más en el invernadero donde se regeneran plantines, a cada uno le habrá provocado una emoción particular. Así me lo han hecho saber muchos de los propios vecinos. Este fue el bautismo. Hacia adelante, iremos haciendo los ajustes cada sábado que se ofrezca la venta de productos que irá en aumento seguramente, según el calendario natural. Lo bueno es que hubo mucha cordialidad, nada de apuro, fluía. Se sintió una energía hermosa”.

También se refirió a cómo se trabaja en el predio: “El trabajo se desarrolla en orden de siembra y compatibilidad de cultivos, atentos al calendario biodinámico. Un riego cuidado, reposición de tierra necesaria, la humedad justa del compost, la temperatura y bruma del invernadero muy controlados, hacen que el trabajo transcurra sobre ruedas. Con Gonza Mendoza a la cabeza como guía, para consultarle todo constantemente entre todos. Hay una armonía y un equipo hermoso. Se formó una banda linda. Creo que es lo que genera el amor cada día más fuerte por esta tierra. Lo bueno es que esto no se termina acá, con la huerta y los productos que encontraron el sábado pasado, sino que los proyectos a futuro que vienen no solo para nosotros, sino para todo el valle, son importantísimos para la tierra en sí y para el territorio”.
El futuro de la alimentación sana, de la Soberanía Alimentaria, de los alimentos agroecológicos llegó hace rato, tal vez, desde que nuestros abuelos sembraban con ese mismo amor que hoy se nota en el Polo Agroecológico de Villa Ciudad Parque. Hay otras muchas experiencias de cuidado de la alimentación a lo largo y a lo ancho del país. Ojalá que todos sepamos verlo y volver, nunca mejor dicho, “a la raíz” del cuidado de nuestra salud.
Anabella Szkuhra, una de las trabajadoras del Polo Agroecológico