SOL ROJO

Hay decisiones que se toman con tiempo, conformando una especie de plan, y hay otras que deben tomarse en el momento.

El miércoles que acaba de pasar pensé que había tomado una decisión.
Ahora entiendo que fue al revés.

Una columna de humo asomaba desde el oeste, generando un clima tenso, de incertidumbre, conocido por estos lados “Fuego en…”

En un programa de radio para niños en al que oficio de operador, hace un mes atrás se entrevistó a un guardaparque de la zona que claramente dijo al aire «Chicos, todos los incendios forestales se inician intencionalmente».
Agradecí que les niñes de la zona, a través de la radio, recibieran ésta información y pensé en mí generación, que no tuvo acceso a determinados conocimientos que hoy nos ahorrarían tanta duda y conflicto a la hora de tomar decisiones.

La decisión me tomó a mi. Un vecino ofreció su auto para subir a ayudar y sin dudar lo acompañé. En bermudas y en remera. Intentamos acceder por la entrada más cercana pero un par de policías impedían el paso de una cantidad de gente que se iba haciendo mayor, guiada por su impulso de ayudar y porque también desde el foco de incendio las personas que ya estaban allí pedían, casi desesperadamente, refuerzos, agua, voluntades.

Desde medios «oficiales» decían que no. Que de ninguna manera se acercaran civiles porque entorpecerian la tarea de los bomberos.

Llegamos al acceso de Villa Berna. Un solo policía bloqueaba la entrada y argumentaba que la orden que debía cumplir era no dejar pasar vehículos. Quiénes estábamos ahí decidimos caminar. Una camioneta «autorizada» ayudó a pasar bidones de agua, herramientas y nos llevó en su caja hasta el fuego más cercano.
De allí en más fue poner el cuerpo junto a otros tantos desconocidos. Algunos con chicotes, otros, como yo, con frazadas mojadas, un par con mochilas hidrantes…

Un Sol rojo tapado por el humo y una Luna casi llena en otra parte del cielo eran el marco de una escena inolvidable donde criollos, «hippies», propietarios de los campos y luego, al fin, bomberos, daban lo mejor de sí para que el fuego no avance.

Debo decir que sin el trabajo de los civiles el daño hubiera sido mucho más grande.

Hay quienes toman decisiones nefastas, premeditadas, con el negocio como único plan y que sólo ven números y estadísticas. ( Tantos muertos, tantas hectáreas quemadas, tantos miles, etc)

Hay otro tipo de gente, que es la que reacciona ante el dolor del otro. En este caso ese otro es la tierra, la Pachamama, la que nos contiene a todos, aún a los que sólo ven números.

Es probable que en ese «We are the world» dantesco, triste y sobre todo de intenso presente que viví este miércoles, último día de Septiembre, haya combatido el fuego a la par del dueño del campo que en otro momento me denunciaría porque cruzo el alambrado de su propiedad para buscar hongos de pino que nadie recolecta, o del criollo que me miraría con recelo si entrara a la pulpería. Y sí, esto, junto con mis prejuicios, todavía existe.

Quiénes dan las órdenes y quiénes prenden el fuego parecen no saber que el miedo ya no amedrenta a tantos como ellos creen.

Y esa, es nuestra decisión.

Fede Criterio- Vecino de Villa Ciudad Parque


El Brote

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