Una Internet comunitaria es posible

Después de meses de preparación, finalmente la ONG Alter-Mundi salió al territorio nuevamente para hacer lo que mejor sabe hacer: impulsar una alternativa de Internet comunitaria para los pueblos rurales y barrios populares. Este primer encuentro tuvo lugar en Villa Ciudad Parque, Córdoba,  entre los días 13 y 14 de agosto y fue el comienzo de un camino en el que continúan comunidades desde Salta hasta Neuquén. La referente de Barrios de Pie Alta Gracia y de la propia Alter-Mundi, Saira Asúa, cuenta de qué se trata este proyecto:

 “Alter-Mundi viene trabajando desde hace más de diez años y ya hemos realizado otros semilleros de redes comunitarias previamente. La pandemia los convierte en virtuales y este año  es la primera vez que trabajamos con dieciséis organizaciones que son trabajadores de la economía popular, parte de la UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular), que tienen esta característica: son comunidad organizada de la economía popular que tienen algún nivel de discusión”.

La necesidad genera el derecho y Saira tiene en claro quiénes  deben ejercerlo:

“Si bien ya teníamos experiencia previa, sí hay que discutir que a todos los lugares donde no llega el Estado.  Todos los lugares que son recluidos, todos los derechos que nos faltan. Primero llegamos las organizaciones sociales”.

“Y ahora hay que discutir soberanía sobre las redes, sobre Internet, porque hoy somos una gran mayoría los que somos de zonas rurales y barrios populares pero dejan afuera un derecho fundamental y básico que es la conectividad y que hoy no ser parte del sistema digital y no ser parte de las telecomunicaciones es un costo grande. Hoy si no tenés acceso a Internet no podés anotar a tus hijos a la escuela, no podés acceder a programas sociales, no podés acceder al ANSES, no podés acceder al banco”.

Una red comunitaria tiene características distintas: es de gestión comunitaria, porque no es una empresa o una asociación la que provee Internet. “Cada uno, dueño de un nodo sabe qué es lo que tiene en su techo, cómo se programa, cómo funciona, cómo se trabaja, cómo se diagnostica si tiene algún error y también entiende esto que yo creo que es lo más difícil siempre, ¿no?, la importancia de la comunidad, que esta red de Internet comunitaria, si mi nodo no funciona, probablemente el de mi vecino tampoco porque el mío no anda. Y ese sentido de pertenencia de que todo lo estamos construyendo entre todos y entre todas es lo que lo hace comunitaria. También son redes de Internet descentralizada, lo que significa que no hay una sola antena grande y todos miramos a esa antena sino que nos estamos mirando entre nosotros”.

La apropiación tecnológica de los integrantes de una red comunitaria hace que sepan exactamente lo que está pasando en ella. Cada una de esas personas “sabe cómo funciona un libre router, sabe cómo programarlo, cómo cambiar su contraseña, lo que nosotros estamos buscando transmitir también, que se puede construir la apropiación tecnológica y que se puede construir un Internet entre todes y entre todas y así formar parte de los territorios populares. Tiene que ver con habitar el territorio desde la tecnología, desde la apropiación tecnológica”.

“Vino gente de Salta, de Tucumán, de Santiago del Estero, Santa Fe, de Neuquén –se entusiasma Saira-. De Córdoba vinieron de Villa Ciudad Parque, Alta Gracia, Bialet Massé, Sebastián Elcano y de todas se llevaron los mismos libre router. Esos cuatro mismos kit del libre router, con antenas, con enchufes, cables, cable de red, ficha, pinza crimpeadora, téster, se lo llevaron todas las comunidades para hacer una primera experiencia de cuatro libres routers de su primera red comunitaria, para poder embarcar a un programa del Estado Nacional, que tiene hoy el Enacom, que lo que busca es justamente eso, que las redes comunitarias crezcan, se potencien y se fortalezcan en todo el territorio nacional”.

El objetivo es seguir transmitiendo conocimiento, práctica y materiales: “la idea es continuar. El año que viene con un nuevo semillero, con nuevas comunidades, y en otro y así hasta generar que efectivamente los pueblos, las comunidades de zona rural y barrios populares se apropien de ésta tecnología y desarrollen sus propias redes de Internet comunitaria, que tienen una gran carencia en esos sectores de eso, ¿no?, el derecho a la conectividad”.

Finalmente Saira expresa su anhelo por “apostar a la construcción colectiva y comunitaria siempre”.

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Marcelo René Walter

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